En el ámbito de la prevención de riesgos laborales, debemos tener en cuenta todos aquellos aspectos que afectan a la salud y seguridad de los trabajadores y trabajadoras y, por lo tanto, a su actividad y productividad.
Hay numerosos estudios sobre lesiones y enfermedades musculoesqueléticas en el ámbito laboral, sin embargo, en el terreno psicosocial, aún queda un largo recorrido por hacer, pues los riesgos psicosociales son difíciles de identificar y cuantificar, aun así, disponemos de instrumentos prácticos para la recogida de información y diversos métodos para evaluarlos.
Debemos tener presente que van ligados a otros riesgos, ya que las dimensiones física y mental del ser humano van irremediablemente unidas. Afectan la política y la filosofía de la empresa y sus factores organizativos, calidad de los puestos de trabajo, condiciones contractuales…. y deben extenderse en el tiempo y en el espacio.
Los principales factores son:
Exigencia de un alto nivel de concentración constante.
Complejidad en la información, carencia de unidad de criterio de los mandos, exigencias contradictorias o/y falta de formación adecuada para desempeñar las
tareas exigidas.
Ritmos de trabajo donde el tiempo para ejecutar la actividad es escaso.
Realización de varias actividades de forma simultánea sobrepasando las capacidades de los trabajadores y las trabajadoras.
Deficiencias en la organización y gestión del trabajo.
Escasez de medios.
Ausencia de participación del trabajador o trabajadora en el modo de llevar a cabo la tarea, falta de implicación que desencadena una rutina de trabajo mecánico y desmotivador.
Acoso psicológico y/o sexual.
Violencia laboral, ejercida desde una posición de poder contra una persona o grupo. Puede ser física o psicológica (acoso moral).
El acoso laboral va unido a un mal clima en la empresa.
A raíz del cambio organizativo que ha supuesto en muchas empresas la llegada de la Covid 19 y como consecuencia el aumento del teletrabajo, se ha incrementado el riesgo de enfermedades mentales derivadas del trabajo causado por el aislamiento de los trabajadores y trabajadoras, así como por la dificultad de separar o conciliar la vida familiar y la profesional.
Por lo tanto es necesario que las empresas fomenten el desarrollo personal y que garanticen a las personas trabajadoras una armonía mental y por lo tanto un bienestar físico.
El sometimiento sistemático a altas cargas de trabajo, así como a ritmos abusivos implantados en algunas empresas y la sensación continuada de no poder afrontarlos, genera un estado de estrés
prolongado que desencadena en el síndrome de Burnout. Este síndrome a pesar de no estar reconocido como una enfermedad profesional, se trata de un desgaste cuya causa se da en el puesto de trabajo y se extiende en el tiempo. Todas estas circunstancias llevan a un grado de apatía, frustración y desilusión tan elevados que provocan un colapso emocional y cognitivo afectando a la salud física del trabajador o trabajadora.
En este contexto, aparece la innovadora figura del “Gefe” (gestor de felicidad), determinante a la hora de garantizar una armonía laboral y un entorno adecuado para la realización de las tareas. Esta figura debería ir suplantando a la figura del jefe terrateniente o tirano, cuya forma de organizar el trabajo es causa directa de una salud deficiente de los trabajadores y las trabajadoras. El “Gefe” ejerce su liderazgo de una forma cercana y humanizada y se muestra receptivo a las demandas de las personas trabajadoras aumentando por tanto la capacidad productiva de la empresa.
Nuestra pretensión es, que las direcciones de las empresas, reciban la formación necesaria para convertir la figura del jefe en la de un líder abierto al diálogo, a la negociación. Un líder que trabaje con los comités de prevención para encontrar soluciones apropiadas con el fin de optimizar los esfuerzos sin sobrecargar a los trabajadores y las trabajadoras.
En definitiva, ir sustituyendo la figura del jefe por la del “gerente de felicidad”.
Eva Diez Gutiérrez.
(Responsable de Salud Laboral de CCOO Industria de León.)
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