Javier Martín
Actualizado a:
Pretendemos con este Blog ir introduciendo novedades sobre acuerdos y otras noticias que valoremos como interesantes para las trabajadoras y los trabajadores de la Diputación de Valladolid
Así afecta a los interinos la nueva ley
aprobada en el Congreso
El
documento ha salido adelante con 16 votos a favor, 13 abstenciones y ningún
voto en contra, y ha sido aprobado sin incluir ninguna de las 109 enmiendas
propuestas. La ley, que desarrolla un real decreto, pretende reducir la
temporalidad del sector público al 8 %, desde el 30 % actual, lo que conlleva
un proceso de estabilización que podría afectar a más de 300.000 plazas
estructurales ocupadas por personal temporal y que deberán ser fijas antes del
31 de diciembre de 2024.
Plazas fijas sin oposición
A lo largo del trámite
parlamentario se ha establecido que las administraciones convocarán por el
sistema de concurso, sin oposición, las plazas ocupadas "con carácter
temporal de forma ininterrumpida con anterioridad a 1 de enero de 2016",
es decir permite a interinos con esta antigüedad optar a plazas fijas sin oposición sino vía concurso de méritos.
La senadora del PP
Esther Basilia del Brío ha lamentado el rechazo de los grupos que apoyan al
Gobierno a las enmiendas, y ha incidido en que el texto adolece de una mayor
participación por parte de comunidades autónomas, entidades locales y otras
instituciones.
Ha atribuido esta
actitud a la necesidad de encontrar una "solución rápida" debido a
que forma parte del conjunto de medidas que el Gobierno se comprometió con
Bruselas a aprobar en el marco del Plan de Recuperación.
"La ley puede
convertir al Gobierno en la Empresa de Trabajo Temporal (ETT) más injusta de
España", ha defendido la senadora, cuyo grupo también ha advertido de la
"litigiosidad" que creará la legislación sino se resuelve los
problemas de "inseguridad jurídica" que plantean, en su opinión,
algunas partes del texto.
También José Luis
Muñoz, de Ciudadanos, ha advertido de los conflictos judiciales que se abrirán
una vez aprobada la ley si no se introducen mejoras y ha citado como ejemplo
que no recoja la concesión de una indemnización a aquellos interinos que lleven
más de tres años en esa situación.
"La ley recoge
avances respecto al 'Icetazo' -en alusión al proyecto planteado inicialmente
por el ministro Miquel Iceta-", ha admitido el senador del Partido
Aragonés Clemente Sánchez-Garnica, quien ha recordado que España tiene
"abiertos dos procedimientos sancionadores" por parte de la Unión
Europea (UE) por incumplir sus obligaciones en materia de empleo público.
Las críticas también
han llegado desde el grupo parlamentario Izquierda Confederal (que agrupa a
Compromís, Más Madrid, Geroa Bai y En Comú Podem, entre otras formaciones),
cuyo portavoz, Carles Mulet, ha pedido al Ejecutivo "respeto" al
Senado y le ha instado a tener en cuenta las enmiendas de los grupos para
mejorar el documento.
"El margen para
que prosperen es nulo. Es una práctica que mina la confianza que tenemos en el
actual Gobierno (...) Les pedimos que rectifiquen, porque hablamos de mejorar
la situación de muchísimas personas", ha esgrimido Mulet, quien, no
obstante, ha reconocido que el texto final está "más cerca" de su
posición de partida que la que tenía el Ejecutivo en un principio.
Por el contrario, el
senador socialista Santiago José Castellà ha defendido que el proyecto de ley
sí ha sido consensuado y ha recalcado que el problema de la interinidad se
concentra en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos regionales, ya que
"la Administración General del Estado cumple con creces el mandato de
cuotas de temporalidad".
Uno no se da cuenta de repente. Es un proceso que te va envolviendo poco a poco. Se empieza por el desconcierto, no sabes qué te pasa, por qué te cuesta levantarte o por qué no tienes ganas de ir a trabajar. No puedes descansar por las noches, porque la cabeza se enreda con los problemas del trabajo. Empiezas a ser pesimista. Ves las cosas peores de lo que realmente son y surgen problemas cuando antes eran simples incidencias. Todo ello te hace estar de mal humor y lo pagas con los que te rodean. Poco a poco, te vas aislando, tu autoestima personal se cae a los suelos y comienzas a dudar hasta de tus propias capacidades profesionales”.
Con estas palabras explica un afectado por el síndrome del trabajador quemado o burnout, como se le conoce en inglés, el proceso por el que atraviesa. La Organización Mundial de la Salud lo definió en 2019 como estrés crónico en el puesto de trabajo con tres claras consecuencias: sentimiento de agotamiento profundo, una actitud negativa hacia el trabajo y una reducción de la eficacia profesional. La covid-19 ha acentuado esos síntomas. “Nos hemos sentido más vulnerables por los acontecimientos y somos más proclives a quemarnos en nuestro trabajo”, reflexiona Antonio Pamos, doctor en Psicología y profesor de la Universidad Camilo José Cela.
El burnout no es un problema solo de quien lo sufre, sino de la organización y de la sociedad en su conjunto. Según Jennifer Moss, autora del libro The Burnout Epidemic, las consecuencias de este síndrome suponen la pérdida de un billón de dólares en productividad anual en todo el mundo, un gasto de 190.000 millones en atención médica y la muerte de 120.000 personas al año solo en Estados Unidos a causa del agotamiento. Estamos hablando de un problema realmente serio que daña a muchas personas, que trasciende del ámbito laboral y que afecta no solo a quienes trabajan dentro de una organización, sino a otro tipo de profesionales, como autónomos o empresarios. Incluso a familiares y amigos que conviven con alguien que se encuentra quemado.
Para remediarlo, tanto las organizaciones como los propios afectados deben tomar medidas. “Caer en este síndrome lleva tiempo; salir, también. En algunos casos necesitamos apoyarnos en especialistas y en otros podemos autorregularnos si actuamos a diferentes niveles: el fisiológico, el emocional y el mental”, explica Pamos.
El primer paso consiste en reconocer que estamos quemados. Todos podemos sufrir este síndrome, pero parece que existen personas más proclives. Quienes son vocacionales o altamente dedicados pueden sufrir las consecuencias con más intensidad. Así sucede con profesores, enfermeros o profesionales del mundo de las ONG. Según la investigación de Sharon Maylor, de Walden University, algunos rasgos del carácter nos hacen ser más vulnerables a sufrir burnout. Los perfeccionistas, los introvertidos o aquellos que son muy analíticos, más sensibles a los posibles riesgos, poco impulsivos o asumen un exceso de responsabilidad de lo que sucede tienen más posibilidades de padecerlo. Por tanto, si deseamos reducir el impacto del burnout en nuestra vida, necesitamos mejorar en nuestro autoconocimiento; es decir, aprender a identificar lo que nos sucede.
Uno de los niveles sobre los que hay que trabajar es el fisiológico. “Debemos tratar de eliminar la ansiedad a través de técnicas de relajación, mejorar la respiración o mindfulness, por ejemplo”, sostiene Pamos. Para eso es importante dedicar tiempo a cuidarse, como ha demostrado una investigación. Según el análisis realizado por Yu Tse Heng y Kira Schabram, de la Universidad de Washington, las personas que dedicaron 10 minutos al día a cuidarse, con técnicas de relajación, cocinar alimentos sanos o, incluso, echarse una siesta, reducían su percepción de agotamiento al día siguiente. Además, practicar la compasión hacia los demás conseguía reducir el cinismo derivado del burnout.
Otro de los síntomas de este síndrome es la percepción de aislamiento. La manera de evitarlo es actuar en el nivel emocional; es decir, abrirse a nuevas conversaciones con personas queridas, pedir ayuda para salir del bucle mental en el que nos encontramos y recordar cómo éramos antes de encontrarnos así. No para despertar la nostalgia, sino para comprender que es un estado temporal, no algo inherente a nosotros. Que podemos salir. Como reconoce alguien que sufrió burnout, “tú mismo te conviertes en alguien tóxico porque estás mal y te rodeas de personas igual de tóxicas, que se quejan de todo cuanto sucede”. El objetivo es saber decir no a dichas relaciones y comenzar a rodearse de personas más positivas, con conversaciones más amables.
Por último, el nivel mental consiste en ampliar nuestra perspectiva personal. Es cierto que pasamos muchas horas dedicadas al trabajo, pero el trabajo es solo una parte de nosotros mismos. Valorar lo que ya tenemos, como nuestra familia, la salud o los amigos, nos ayuda a relativizar y a colocar en el sitio justo los problemas laborales y el agotamiento asociado. Lógicamente, alcanzar esta actitud lleva tiempo. A veces hace falta ayuda exterior, en otras ocasiones, tomar decisiones, como cambiar de trabajo o de amistades, pero lo importante es actuar para salir de ese agotamiento por uno mismo y por las personas que nos quieren.
El Gobierno quemó la pasada semana otra etapa más en su carrera particular por estrechar el cerco sobre el problema endémico de la temporalidad en el empleo público. El Ejecutivo de coalición PSOE - Unidas Podemos no solo consiguió la aprobación de anteproyecto de la nueva Ley de Empleo, si no también la Ley de Medidas Urgentes de Reducción de la Temporalidad en el Empleo Público.
La misma materializa que los empleados interinos del sector laboral público puedan convertirse en funcionarios por concurso de méritos. En otras palabras, que aquellos que lleven ocupando la misma plaza de forma continuada desde el 1 de enero 2016, es decir, con más de cinco años de antigüedad, puedan conseguir una plaza fija sin necesidad de superar un concurso de oposición, como antes era necesario.
Ha sido una medida polémica que levantó el recelo entre algunos sectores del funcionariado, partidos políticos como VOX o incluso la Abogacía del Estado, que alertaba de su “inconstitucionalidad”. Por ello, el texto remarca como puntual la antigüedad como aspecto clave para determinar el método y las posibilidades de acceso a una plaza fija de funcionario, en cualquier sección de las entidades públicas nacionales.
Un plazo de dos años y medio es el que se ha marcado el Gobierno en su hoja de ruta de acción para tratar de atajar la situación de temporalidad y consecuente indefinición de más de 300.000 trabajadores estatales. Para ellos, el único requisito que contempla el artículo 61.6 de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP) para convertirse en funcionario es el de haber permanecido al menos más de cinco años en el cargo, es decir, llevar desde 2016 en ese puesto. A esto se le añadiría únicamente completar un concurso de méritos, que puede variar su grado de dificultad según las autonomías. Sobre todo en aquellas con segunda lengua oficial.
Asimismo, el Ministerio de Trabajo ha adelantado una novedad reciente. Los interinos podrán tener acceso a los puestos en los que están desarrollando su actividad laboral actual, donde están labrándose esa antigüedad y méritos, pero también abre la posibilidad a la creación de nuevas plazas para salir a concurso, indistintamente de que todavía no se hubieran convocado.
El calendario marca el 1 de junio de 2022 como fecha límite para ofertar las plazas temporales ocupadas y el 31 de diciembre de 2024 como final del proceso. Habrá convocatoria a nivel estatal, autonómico y de entidades locales. Aunque esta vez se extiende su radio de acción a sociedades mercantiles públicas y a entidades públicas empresariales, así como a las fundaciones y consorcios públicos.
Aquellos que no dispongan de esa antigüedad requerida de más de cinco años en el puesto para convertirse en fijos, también tendrán opciones y no estarán excluidos. Al menos los que cuenten con más de tres años. En este caso, sí que tendrán que superar un concurso - oposición además del de méritos. Como contempla el documento que se aprobó la pasada semana, los ejercicios en fase de oposición desde 2017 no serán excluyentes.
Estos potenciales funcionarios fijos mantendrán los trienios acumulados durante esos años de interinidad. “Los años como interino se tendrán en cuenta de acuerdo con lo dispuesto en la ley de reconocimiento de servicios previos en la Administración Pública”, han confirmado al respecto desde la Función Pública.
Dicho de forma más sencilla, las cuentas evidencian que todo interino que pase automáticamente a ser funcionario tendrá como mínimo un trienio acumulado y en la mayoría de los casos dos. Cada tres años, equivalente a un trienio, la tabla de retribuciones del personal funcionario para 2021 de la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos establece un aumento salarial anual del interino o funcionario de 206 a 618 euros, según su nivel de pertenencia. Esto quiere decir que optarán a ser fijos y se les respetará el aumento de sueldo por antigüedad.
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